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Tú me paseas al niño o al perro, y yo te arreglo los enchufes

El invento del Banco de Tiempo no tiene detractores conocidos por el momento dado que es una iniciativa donde juega mucho la buena voluntad de los interesados, un afán de solidaridad y hasta de conocer gentes o hacer favores, sin que sea despreciable el interés paralelo por conseguir contraprestaciones. Se trata de que los interesados en la iniciativa se ofrezcan voluntarios para realizar ciertas tareas. De alguna forma, el sistema puede recordar algo la fórmula original del comercio de productos de primera necesidad, como el primitivo trueque.

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