Estamos ante el último vestigio del franquismo. No sólo porque ETA nació en plena dictadura, sino porque ha incorporado de ella una de sus principales características, la tutela militar de la sociedad. No van a dejar Euskadi en manos de la democracia porque en la democracia a veces se gana y otras se pierde, no existen verdades reveladas ni una fe indiscutible. Los etarras quieren ser esos clérigos que en Irán vigilan a la revolución para que no se desvíe. La suya no es otra cosa que la famosa "democracia orgánica".
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