A los niños se les da de comer el flujo menstrual de estos animales, hasta que se casan. Se dice que este líquido es rico en vitaminas B6,B12, E y D, lo que evita que padezcan de anemia. Sin embargo, el consumo constante de hormonas influye en que llegada la adolescencia los jóvenes sufran un aumento en el tamaño de sus testículos, que llegan a alcanzar diámetros de hasta 80 centímetros.
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