Los que tienen treinta y pocos son a los que la burbuja inmobiliaria les ha "pillado" de lleno y les ha dejado con una casa comprada a precios elevados, cuyo valor actual es menor a lo que deben por una alta hipoteca. Son ellos los únicos que han perdido riqueza en los últimos 20 años. Y es que para muchos de los veinteañeros actuales, las perspectivas laborales son pésimas, pero al menos el derrumbe de la burbuja inmobiliaria apenas les ha afectado económicamente porque aún no habían accedido a una vivienda ni, por tanto, se habían hipotecado
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