A setenta kilómetros de Varsovia se encuentra la pequeña y perdida estación de Treblinka. Así la definió Vasili Grossman en una de sus crónicas del exterminio nazi. Eran las primeras noticias que llegaban desde el horror -publicadas desde el 5 de agosto de 1941 en Estrella Roja-, los apuntes con los que más tarde criticará el totalitarismo, el alemán y el soviético. Grossman entiende al llegar a aquella cantera de arena blanca, a cuatro kilómetros de la estación mencionada, en un terreno baldío, un miserable desierto
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