Kirsty Keep, una joven de Reino Unido, acaba de ser trasladada a Suiza para que se le practique la eutanasia. Pondrá fin así a una vida que vive con agonía desde que once años atrás le picase una garrapata. Desde ese momento, Kirsty sufre convulsiones, apenas puede estar de pie y tiene la cara prácticamente paralizada. Su familia ha decidido acabar con su dolor.
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