Cada vez que uno se dispone a usar la grapadora y descubre que no quedan grapas clama a los cielos, se pregunta por qué, un rayo cae sobre una azotea cercana y los perros aúllan hasta que el tipo acaba gritando "¡siempre igual, estoy harto!" como si las grapas se tuvieran que gastar solas y reponerse sin que uno estuviera al tanto.
|
etiquetas: decenios , angustia , llegan , grapas , pocas