20 equipos de revisores recorren a diario toda la red contra el fraude. La empresa asegura que las personas que se cuelan no llegan al 1% del total. A Rafael Jiménez le habría salido más barato un taxi que un viaje en metro que esperaba gratuito. De Iglesia a Portazgo el trayecto le salió por 20 euros. En el andén lamentaba su mala suerte por haberse cruzado con un revisor del suburbano después de, según él, haber tirado el billete. La misma excusa que alega la mayoría de los usuarios a los que sorprenden los trabajadores de Metro.
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