La madrugada del 5 de noviembre de 1983 hizo evidente un principio fundamental de la física. Ese día todo transcurría normalmente en Byford Dolphin, una plataforma marina de exploración petrolera ubicada en el Mar del Norte. Hacia las 4 de la mañana, dos buzos regresaban a la superficie luego de hacer una inmersión rutinaria. Esas inmersiones las realizaban en una campana de buceo. En cuestión de segundos ocurrió la tragedia. Al interior de la campana la presión atmosférica era 9 veces mayor que en el exterior.
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