Su nombre se mantiene como uno de los secretos mejor guardados de la lucha contra ETA. Y este hombre, terrorista y confidente a la vez, ha sido clave para su caída. Accedió a colaborar con el Estado a cambio de que los fondos reservados pagaran un costoso tratamiento médico de un familiar enfermo de cáncer. Desde su cargo en el aparato de ‘mugas’ (fronteras), alertaba a los servicios de información cuando un terrorista entraba desde Francia dispuesto a atentar
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