El alumno puede ser un irresponsable y un imbécil sin que nadie se lo tome en cuenta, es más, le han sido puestos a su disposición los más descarados métodos de protección de la imbecilidad ético-pedagógica: simplificación de contenidos, promoción automática, trato de parvulario, sentimentalismo psico-pedagógico, minusvaloración de los objetivos y de las calificaciones, impunidad ante la desobediencia o la falta de respeto, impunidad ante la ofensa, la injuria o el maltrato, desorden y continuos cambios caprichosos en el plan de estudios etc.
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