Todo en la historia se repite. Me recuerda a la tan manida frase del Despotismo Ilustrado: “todo para el pueblo pero sin el pueblo”. Los monarcas del siglo XVIII, entre ellos Carlos III, se propusieron llevar a cabo reformas desde arriba sin contar con el pueblo. Trataron de mejorar la economía y la sociedad, de evitar la bancarrota del Estado pero sin la opinión de sus súbditos y bajo la supervisión de la aristocracia nobiliar... Ni que decir tiene que las consecuencias de ese Depotismo Ilustrado fueron las revoluciones liberales del siglo XIX
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