Se trata de una combinación de clorotoxina, un componente del veneno que emplean los escorpiones para paralizar a sus víctimas, y una molécula que emite fotones de luz próximos al espectro infrarrojo . Según explican en este trabajo, y después de inyectárselo a más de 50 animales con tumores cerebrales, esta combinación permite al cirujano observar con precisión las células cancerosas mientras está operando al paciente.
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