Sabemos, después de Chernobyl y Fukushima, que las centrales nucleares no son seguras. Aunque algún recalcitrante sigue con el argumento de que la radiación es inocua, y de que "casi nadie" muere como consecuencia directa de una crisis nuclear, esa patraña ya no se la traga nadie. Pese al tecno-glamour de la energía nuclear de mediados del S-XX, las plantas nucleares no son mas que máquinas de vapor manejadas por trabajadores poco cualificados. La electricidad producida no es económica y se ha mantenido gracias a exóticas subvenciones públicas.
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