"No puedo más. Marsans ya está muerta". Es el testimonio de Irene, una trabajadora de Viajes Marsans que acaba de comunicarse con elmundo.es. Deseperación, angustia, impotencia. Apenas podía hablar. Su voz se oía entrecortada por sollozos. No podía contener las lágrimas. "Estoy muy nerviosa, lo siento", se disculpó. Irene trabaja para una franquicia de Viajes Marsans. Suplica desmoralizada "que alguien haga algo" y revela que ya hay clientes de la agencia de viajes abandonados a su suerte en otros países.
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