Leo Classen atravesó las puertas del infierno el 15 de febrero de 1942. Bajo los pies, la pisoteada y sucia nieve del invierno en Brandenburgo. En la verja que da paso al campo de concentración de Schasenhausen, una burla: "El trabajo os hará libres". En su uniforme rayado, un triangulo rosa invertido que le identificaba como homosexual y le colocaba en el estrato más bajo entre quienes parece que ya no pueden sufrir más.
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