El testamento ológrafo es aquel que escribe a mano el testador, sin necesidad de entregárselo en principio a un notario. Quien lo redacta puede dejar su última voluntad en cualquier tipo de papel y, cuando fallezca, el documento lo estudiará un juez que, con la ayuda de testigos que aseguren que la letra es del difunto, dará o no validez al texto.
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