Se nos va la democracia. O, mejor dicho, nos la quitan. Nunca desde el 23 de febrero de 1981, las instituciones democráticas habían sido víctimas de un acoso y derribo como el que se está operando tras la llegada de Mariano Rajoy a la Moncloa. Teóricamente no es un golpe de Estado, pero, de hecho, es un golpe al Estado en toda regla.
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