¿Tienen las cosas valor porque las deseamos o las deseamos porque tienen valor?
En el primer artículo de esta serie, “Teoría del Valor (I): Aristóteles”, destacamos como los primeros estudiosos de la economía centraron su interés sobre el tema del valor sólo en tanto este se relacionaba con la idea de justicia; la economía no pasaba de ser una parte del estudio de la moral y ética. Por otro lado definimos la diferencia entre valor de uso y valor de cambio, para finalizar viendo el concepto de valor para Aristóteles.
Siendo infiel a mi propio plan, como no, he decidido posponer para la próxima semana lo que debería ser, siguiendo la línea temporal propuesta, la revisión histórica de las teorías de valor en el cristianismo y edad media; pueden imaginar que resumir correctamente en un artículo el pensamiento cristiano y mediaval del valor es algo que merece descanso y reclama otro divertimento, que seguro encontraremos en los comentarios a este brevísimo artículo que ahora escribo, ¿son los valores objetivos o subjetivos?
Esta pregunta, que pudiera parecer otra de tantas cuestiones filosóficas “sin implicación práctica”, ha dominado el pensamiento y la política económica desde mediados del S. XIX. Y es que la axiología, disciplina que estudia la naturaleza del valor y los juicios valorativos es de enorme importancia. Hagan abstracción por un instante de las implicaciones que una respuesta u otra pudiera tener: por ejemplo de que el valor del trabajo, de los bienes o de los actos sea subjetivo o objetivo se pueden legitimar y desligitimar ciertas asunciones morales y éticas.
Nos apartaremos en esta ocasión de la visión estrictamente económica sobre el valor (algo que no siempre es sencillo) para adoptar una visión más filosófica sobre el asunto, dejo en manos del lector el trabajo de realizar una reflexión sobre las implicaciones económicas que una visión u otra del valor pudiera tener. En cualquier caso retomaremos en próximos artículos sobre la teoría del valor económico el asunto según nos vayamos acercando al S. XIX.
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¿Tienen las cosas valor porqué las deseamos o las deseamos porque tienen valor?
Teoría subjetiva del valor.
-“Soy subjetivo, ya que soy sujeto. Si fuera objetivo, entonces sería objeto” (José Bergamín).-
Si las cosas tuvieran valor porque las deseamos estaríamos aceptando la teoría subjetiva de valor, Son los hombres los que crean “el valor”, “los valores no son, sino que valen” decía Lotze. Este valor dependerá de que los hombres nos hagamos conscientes de las cualidades de un objeto o acción. Sólo cuando somos conscientes de ese valor es cuando el bien u acción adquiere valoración, prueba de esto para los subjetivistas es que mientras no seamos conscientes de una cualidad X de un bien u acción, no valoraremos esa cualidad (piensen por ejemplo en el poco valor que el carbón tenía antes de la revolución industrial). De hecho, sobre un objeto pudiera haber tantas cualidades como ideas de utilidad en la mente de los hombres. El concepto de “valor” sólo se mueve en el plano intelectual. Cualidad y utilidad no pueden ser separadas: para que algo sea útil tiene que tener cierta cualidad que sirva para satisfacer una necesidad. El ejemplo del sello de correos es ampliamente utilizado: ni el papel ni la calidad del dibujo son las que hacen al sello tener valor, sino que es sólo la subjetividad del filatélico lo que otorga valor a ese sello: las cosas no son valiosas por ellas mismas sino por la relación que mantienen con nosotros.
El subjetivismo se limita a la validez al sujeto, que es aquel que conoce. Juzgamos según nuestro entendimiento sólo en consideración a nuestra realidad especifica (ambiente, entorno y posición social). Partiendo de aquí, algunos autores relacionados a la “Escuela Austríaca” definen el valor como “ese estado subjetivo de orden sentimental que hace referencia al objeto, en cuanto éste posee la capacidad de suministrar una base efectiva a un sentimiento de valor” (Fondizi, ¿Qué son los Valores?,2001). El valor de cualquier cosa estaría en relación directa con la capacidad de atender a nuestras demandas de placer. Esta visión aceptaría que la moral y ética puedan ser diferentes para diferentes personas, pues lo “que es de valor” para unos, lo que atiende a sus demandas de placer puede no serlo para otros. Dado que el valor parte de la subjetividad del placer, los “objetivos de valor” irán cambiando según estos vayan siendo alcanzados.
En contraposición, otros subjetivistas más apegados a las teorías kantianas considerarán el valor como una idea, el valor sería así “una forma subjetiva a priori del espítiru humano, sin más contenido que aquel que le presta la estructura formal de la mente, un idea dependiente del pensamiento colectivo humano” (Gervilla, “Axiología Educativa”, 1988). Al elevar el “valor” a categoría mental, y por tanto al ser las categorías mentales compartidas por todos los hombres, no sería correcto valorar un acto o un objeto en relación a nuestra subjetividad individual propia, sino que se hará necesario “lo que todos los hombres consideren valioso” para discernir lo que es valioso de lo que no.
Teoría objetiva del valor.
“Es un hecho singular que la certeza subjetiva es inversamente proporcional a la certeza objetiva” (Bertrand Rusell).-
Si las cosas las deseamos porque tienen valor estaríamos aceptando la teoría objetiva de valor. El valor se encuentra en la realidad exterior, existe independientemente de que las personas seamos conscientes de este, si son descubiertos o no es irrelevante. Un diamante tendrá siempre valor por sus cualidades objetivas de dureza, brillo y transparencia, independientemente de que las personas seamos conscientes de estas cualidades o dejen de ser útiles para nosotros. Los valores son descubiertos, no atribuidos por nosotros a las cosas; podemos descubrir la esencia de los valores de la misma forma que podemos aislar un color del espectro, ya que los valores no se ven afectados por nuestra subjetividad.
Algunos objetivistas como Max Scheler diferencian los valores respecto a los objetos en concreto: “"lo propio de las cosas es ser, pero lo propio de los valores no es ser, sino que es valer, las cosas son y los valores valen". Volviendo a los colores, se puede hablar del “rojo” como un color puro, sin tener que concebirlo como la cobertura de una superficie material, de la misma manera se puede hablar de un “valor” independientemente del objeto depositario de este. Al ser el valor una cualidad independiente, este no varía con el objeto: enemistarse con un antiguo amigo no quita valor a la “amistad”.
La fundamentación objetiva del valor establece un distinción entre los valores, bienes y normas. De esta manera se criticará la posición historicista de las teorías subjetivas de valor, ya que estas últimas sólo consideran el valor en relación con una determinada situación histórica; el subjetivismo, relativista, confunde la independencia del valor con los cambios que sufren los bienes y las normas a lo largo de la historia.
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Como ven la presentación del asunto peca de breve, por lo que animo a cualquier interesadoa buscar más información sobre esto.
Normalmente a continuación escribiría brevemente las principales críticas que ambas visiones han tenido, a la vez que tal vez diera una pequeña valoración personal. Pero en esta ocasión, y dado que estoy “liado” con el valor en la cristiandad voy a dejar a aquel que quiera en los comentarios presentarlas... pero ojo, delen una vuelta a la cosa antes de escribir, el asunto no es tan sencillo como a primera vista pudiera perecer...