Documentos firmados sin ser leídos, registros paralelos en 'libretitas' personales e intransferibles, programas informáticos en manos de un juez que dice no manejarlos bien, personas que son enviadas a prisión sin que a nadie le conste -ni al ordenador- y comunicaciones de tú a tú, cuando no en notas adhesivas. Esa es la imagen del juzgado número 1 de Motril (Granada) que se vio ayer en el juicio contra su jueza titular, sentada en el banquillo por dejar en prisión durante más de un año a un hombre que ella absolvió.
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