El tamaño de la cabeza es una de las vías para medir las reservas con las que cuenta un cerebro y el crecimiento cerebral. Según Perneczky, mientras que el cerebro crece está determinado en parte por la genética, pero también por la nutrición, las infecciones y la inflamación del sistema nervioso central y los daños cerebrales. Las personas con Alzheimer que tienen una cabeza grande poseen una mejor memoria y más capacidad para pensar que aquellos pacientes con la misma enfermedad y una cabeza más pequeña.
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