Los últimos meses han demostrado que Sánchez debe tener un equipo de asesores a la altura de Tyrion Lannister. O eso, o él mismo es un mago de la estrategia, aunque cuando le oigo hablar y detecto su escasa fluidez tiendo a descartarlo. Pero la cuestión está en que el actual tablero político le ofrece una jugada que, si la aprovecha, puede servirle para debilitar notablemente a los nuevos partidos, concentrando el voto ciudadano en el PSOE y el PP (aunque el mayor beneficiado sería el PSOE).
La jugada es simple: no dar ministros a Podemos mientras ofrece a todo el mundo (salvo PP y Vox) acuerdos programáticos puntuales y dice que el PSOE es un partido de centro-izquierda que cree en un proyecto político progresista pero no radical, y que por tanto puede (dependiendo de la materia) pactar con Podemos o con otros agentes, lo cual le impide introducir gente de Podemos en su gobierno, pues eso lo escoraría hacia una dirección que no es la suya. Esta jugada provocaría efectos devastadores en los siguientes partidos:
-Ciudadanos. Para cuando se repitieran las elecciones, ya se habrían constituido los ayuntamientos y gobiernos autonómicos, quedando claro que Ciudadanos SIEMPRE va a apoyar al PP y a gobernar con él incluso si Vox es necesario, y ello hasta en comunidades autónomas como Murcia, la comunidad con mayor porcentaje de cargos políticos imputados de toda España y feudo del PP desde hace 24 años. Esto provocaría que el votante más centrista y regeneracionista de Ciudadanos huyese al PSOE (conozco a más de uno en Murcia que ya me ha dicho que no piensa volver a votarlos si pactan con la mafia local del PP) y que una parte de los votantes más conservadores de Ciudadanos se fuesen al PP por el voto útil.
El argumento del PSOE sería sencillo: Ciudadanos prefiere pactar con la ultraderecha antes que con el centro-izquierda, y con caciques que llevan décadas construyendo mafias y redes clientelares antes que con políticos limpios (aunque sólo sea porque todavía no han gobernado). Por tanto, votar a Ciudadanos es dejar el poder en manos de los ultras de Vox y de los sátrapas del PP, sin que importe las décadas que lleven gobernando ni lo que hayan corrompido las instituciones.
-Podemos. Su franca caída se acrecentaría todavía más si se le presenta como el culpable de ofrecer a la derecha una segunda oportunidad de conseguir el gobierno, máxime cuando la causa de este riesgo de gobierno trifachito será la sed de sillones de Iglesias (ése será el argumento que usará el PSOE), que necesita un ministerio desesperadamente para evitar que los suyos les defenestren a él y a su consorte.
Aparte, se dice que Errejón va a presentar a corto plazo su nuevo partido a nivel estatal, lo cual destrozaría a un Podemos que, compitiendo él sólo junto a IU por el voto de la izquierda del PSOE, ya lo tiene muy difícil para conseguir diputados (máxime en unas elecciones como las generales, donde las circunscripciones provinciales provocan que en muchos casos haga falta un porcentaje de voto bastante elevado para lograr un diputado).
-Vox. Su declive se acrecentaría por el voto útil y porque hay tanto cafre (y condenados por delitos fiscales, corrupción o incluso palizas callejeras a gente de otra ideología) en sus filas que, cuanto más se les conoce, menos adeptos tienen.
El PP, por el contrario, sería un claro beneficiado de los votos provenientes de Vox y Ciudadanos, y sin duda apelaría a los terribles efectos de la fragmentación del voto conservador, claramente constatada en las anteriores generales.
Así que, muy posiblemente, Sánchez esté deseando que Iglesias se enroque y le exija ministerios o elecciones. Una repetición electoral es lo que PP y PSOE necesitan para volver a la casilla de salida pre-15M, si bien en esta etapa inicial el gran ganador sería el PSOE y muy posiblemente llegase a acercarse bastante a la mayoría absoluta.