El otro día imaginé a la televisión como un ser antropomórfico que trabajaba en una especie de charcutería. En sus manos tenía uno de esos instrumentos para cortar los fiambres. La gente hacía cola para que la televisión con forma humana los cogiera por los hombros, los metiera en la maquinita y les loncheara el cerebro. Supongo que en las televisiones más cutres tendrán incluso cerebros ya loncheados en bandejas para no tener que esperar.
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