Dosis tóxicas de incertidumbre. Cadenas infinitas de contratos enlazados, usados y tirados. Deseos de enganchar una campaña estable para poder tener unos meses de tranquilidad. Es el día a día descrito por muchos teleoperadores que confiesan acostumbrarse tanto al “estrés” de no saber qué será de sus vidas, que llega un momento en que lo consideran una forma normal de existir.
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