Te bajas una aplicación de citas con muchas esperanzas y expectativas. Empiezas a deslizar perfiles y al cabo de un tiempo tienes la sensación de que o eres prácticamente invisible o que para hacer un match hay que sudarlo, ¿te suena? ¿Qué es lo que está pasando aquí?
Psicología femenina
En primer lugar, debemos saber que las mujeres tienen tendencia a elegir a los mejores candidatos de todos los posibles, es decir, a maximizar la calidad de parejas no la cantidad. Este estudio sobre diferencias sexuales en la elección de pareja nos dice:
En contraste, la perspectiva de la psicología evolutiva sobre la selectividad de las parejas predice que las mujeres, de media, serán más selectivas que los hombres bajo la mayoría de circunstancias, y que las diferencias sexuales no responderán a tasas operacionales de sexos. (…) Los hallazgos apoyan la predicción de la psicología evolutiva y muestran que las mujeres permanecen más selectivas que los hombres incluso bajo condiciones de extrema necesidad matrimonial para las mujeres.
Es decir, las mujeres de cada 10 perfiles tendrán tendencia a descartar a la gran mayoría. En otras palabras, una mujer tiene un patrón de funcionamiento en Tinder que se caracteriza por el rechazo de forma casi compulsiva. Sin embargo, los hombres tenemos la tendencia contraria. Es por ello el elevado grado de asimetría entre el número de matches conseguidos por ambos sexos, como nos muestra este estudio:
De este modo, la tendencia hiperselectiva de ellas genera que el grueso de ellos tengan que adoptar una estrategia de selección indiscriminada, a su vez, esta estrategia de selección indiscriminada refuerza la hiperselectividad de ellas:
Es por este motivo, que en estas aplicaciones se dan 3 tipos de perfiles de hombres:
1. Los “elegidos”: una minoría que acaparará la mayor parte de los matches.
2. Los “casi-invisibles”: la mayoría de los hombres, los cuales que verán que conseguir un solo match es un proceso largo y lento.
3. Los “algo es algo”: un porcentaje de hombres más elevado que “los elegidos” que podrán obtener algún que otro match con más frecuencia que los “casi-invisibles”.
Cualquier aplicación de citas siempre seguirá, en mayor o menor medida, esta distribución, generando así que las personas que tengan mejores perfiles serán los que tienen más probabilidades de resultar elegidos. Es decir, la dinámica que se da en estas aplicaciones tiende a acumular el ligar en una minoría de hombres cuyos perfiles son los más atractivos para las mujeres. Paradójicamente, estos hombres se convertirán en selectores, pues tienen un gran abanico de mujeres disponible para ellos.
Otro factor importante es que muchas de estas aplicaciones suelen establecer un ranking de deseabilidad. En función del número de likes que obtengamos el programa nos colocará más arriba del ranking o más abajo, y en función del lugar del ranking en donde estemos tendremos más o menos visibilidad para el resto de perfiles. Esto, junto a todo lo dicho anteriormente, da lugar a lo que se conoce como la Ley de Pareto o Ley del 80-20, que aplicada a este caso viene a decir que el 20% de los hombres de la parte superior están compitiendo por el 80% de las mujeres de la parte superior, mientras que el 80% de los hombres de la parte inferior, están compitiendo por el 20% de las mujeres de la parte inferior. Lógicamente, esta ley es una exageración y no ha de tomarse al pie de la letra, pero nos sirve para indicar las tendencias que se producen en estas aplicaciones.
Por tanto, las aplicaciones para ligar favorecen un modelo de torneo donde los hombres tendrán que estar compitiendo entre ellos por tener un mejor perfil para poder ser visibles.
Este sistema da lugar a dos tragedias: la masculina y la femenina. La primera, hace referencia a que una gran cantidad de hombres se sentirán insatisfechos con la aplicación y, o la desinstalarán, u optarán por rebajar mucho su listón (es decir, más allá del valor que ellos mismos tienen como perfil) para poder atraer alguna mujer. La segunda, hace referencia a que una gran cantidad de mujeres estarán compitiendo por un número reducido de hombres muy atractivos, lo que dará lugar a que estos tendrán un abanico muy amplio donde elegir, y por lo tanto, muchos solo querrán una noche de sexo.
El perfil
Tinder funciona como un embudo: la 1ª foto lleva a la 2º, esta a la 3ª, y esta a la 4ª. La foto más importante de todas es la primera, porque es la que nos va a permitir romper con el patrón casi automático de descarte que tienen la mayoría de mujeres. Si tu primera foto no la convence, lo más probable es que ya no dé oportunidad a la segunda.
Seleccionar una foto es similar a jugar al bingo: cuantas más casillas consigamos rellenar, más probabilidades tenemos de llevarnos el premio. Es decir, podemos descomponer el valor de una foto en las siguientes categorías y cuanta más puntuación tengamos en cada una de ellas mejor:
1) Calidad: la calidad de la imagen, la definición. Se sabe que las fotos muy pixeladas tienen muchas menos probabilidades de gustar.
2) Valor artístico: filtros, colores, tonalidades, paisajes, etc., es decir, la belleza de la foto
1) Belleza (persona): ser atractivo físicamente
2) Actitud: la actitud que la persona tiene en la foto: serio, divertido, misterioso, soso…
3) Vestimenta: lógicamente no es lo mismo salir con un chándal que vestido elegante.
4) Estatus: aquello que denota estatus en la persona: dinero, posición, autoridad, liderazgo…
5) Originalidad: la mayoría de fotos de Tinder son muy parecidas (en la montaña, playa, con amigos, etc.). Toda aquella foto que se salga de la media en positivo, puntuará alto.
6) Visibilidad de la cara: toda aquella foto en la que no se nos vea la cara (gafas de sol, de espaldas…) a no ser que previamente ya se nos viese, nos penalizará.
Aquí hemos analizado las fotos de manera individual, pero el valor del perfil se fundamentará en la combinación de ellas. Es por ello que 5 fotos de lo mismo (en el gimnasio, en la montaña…) serán redundantes. Debemos manifestar en cada foto un área diferente de nuestra vida y un rol diferente de nosotros mismos: es decir, en un mismo perfil podremos mostrarnos como alguien aventurero (haciendo kayak), pero también como alguien intelectual (leyendo un libro), alguien divertido (una foto graciosa), etc.
La interacción
Debemos tener en cuenta que la mayoría de mujeres se saben deseadas en Tinder porque tienen muchos candidatos. Por tanto, es muy frecuente que nos vayamos a encontrar a muchas mujeres que no nos van a contestar, o nos van a hablar muy poco. En este sentido la competencia nos obliga a destacar y a tener que sacar nuestro ingenio. No deberemos saludar con “hola qué tal?” porque el 80% de las personas hacen lo mismo. Deberemos saber captar su atención, crear un interés y, sobre todo, ser conscientes de nuestro fin: el chat solo es un medio para poder conocerla en persona, no es un fin en sí mismo. Por eso, toda frase que escribamos deberá estar dirigida pensando en que nos acercará a una futura cita.
En definitiva, desgraciadamente, en estas aplicaciones nos vamos a encontrar con dos situaciones: la primera es que no valoramos a personas, sino a perfiles. La segunda es que como hombres estamos obligados a tener que currárnoslo si queremos tener algo de éxito. Tinder te obliga a tener que dar lo mejor en tu perfil. Todos sabemos que todo esto es terriblemente superficial, un aparentar en toda regla, pero si queremos usar Tinder, nos guste o no, tendremos que jugar con sus reglas. Si no las aceptamos, entonces lo mejor es usar los métodos tradicionales, porque probablemente será una pérdida de tiempo.