Muchas personas con diversidad funcional están excluidas de los circuitos de deseo. Por eso, diversas entidades proporcionan acompañantes eróticas que reconcilian a los usuarios con su sexualidad. Hace unos años, Íñigo Martínez tuvo una novia, bailarina como él. “Una chica guapísima”, recuerda este bilbaíno de 42 años, que hace siete llegó a Barcelona. Se conocieron en la capital catalana y todo parecía ir bien, pero las inseguridades de Íñigo no dejaban de aflorar. “Cuando nos veían juntos por la calle, la gente suponía que éramos amigos. Como
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