La muchacha, la mayor de una familia de cuatro hermanas, vivía entonces en un primero, sin demasiada luz, del Tardón. Al Barrio León se mudó después. Su padre era fontanero; su madre, ama de casa. Su identidad se sustenta a partir de referentes tradicionales: la cofradía (la Esperanza de Triana), el fútbol (Betis) y las fiestas (El Rocío). En ese ambiente hondo de barriada popular, más que obrera, creció Díaz, cuyas creencias católicas, igual podrían haberla llevado al PSOE como a un colegio religioso.
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