El pasado 26 de diciembre todos los periódicos decidimos que el tema principal de nuestras portadas no sería la noticia del día anterior. Escogimos, en su lugar, una de dos días antes. La reciente desaparición del diario ADN y el concurso de acreedores de Público tampoco parece que vayan a obrar el cambio radical que requiere la situación. La culpa es de la crisis. De los anunciantes. De internet. Del lector, que se resiste a pagar. La culpa es de cualquiera menos nuestra o del producto que hacemos.
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