Cuando se enteró de la condena de Galileo, Descartes optó por no publicar su ambicioso Tratado del Mundo, sometió sus tesis a la censura de “los doctores de la Sorbona” y en sus escritos hasta llegó a defender el geocentrismo. Conmovidos con tanta obediencia, los miopes inquisidores nunca se dieron cuenta de que estaban avalando algo mucho más duro de digerir que el movimiento de la Tierra: cosas como el mecanicismo radical, el hombre-máquina y ese dualismo metafísico que dividía al mundo en dos sustancias inconmensurables entre sí.
|
etiquetas: descartes , sueño , filosofo enmascarado