La foto de Evo Morales con el rostro marcado por la fatiga, manipulando ansiosamente su teléfono móvil como suele hacer un pasajero cuando su vuelo ha sido diferido, provocó una ola de indignación como pocas en los despachos de los presidentes sudamericanos. No se sabe quién tomó la imagen, pero su impacto fue mayor que las noticias que llegaban desde Moscú y luego desde Viena, las dos estaciones de lo que muchos califican como "el calvario de Evo".
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