El misterio no es por qué Londres vuelve a arder, sino por qué han pasado casi tres décadas desde la última revuelta grave. Durante años, los londinenses han tolerado, incluso celebrado, las diferencias entre la rica zona del West End y la deprimida East End. Aquellos que han tomado las calles en los últimos cuatro días para perpetrar actos vandálicos, pillaje e incendios, son el producto de una ciudad que ha ignorado durante mucho tiempo la flagrante disparidad económica que existe entre sus barrios.
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