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Los madrileños confinados asumen lo inevitable: quieren protegerse, pero tienen que acudir al trabajo. Ningún control de acceso a estos barrios. - En la Plaza Juan de Malasaña, a la salida del Metro Villa de Vallecas, huele a churros y a café recién hecho. Apetece algo calentito. Son las 7:15 de la mañana, la marquesina del autobús ofrece unos otoñales 16 grados y por la calle apenas si pasean los obligados a hacerlo. No hay saludos ni sonrisas. Las mascarillas adornan rostros aparentemente serios...
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