El Presidente fue tan traidor que cruzó una de las líneas rojas marcadas por los militares, legalizando el Partido Comunista. Después cruzaría otras muchas. Y la economía se hundiría bajo sus pies. La situación era tan insostenible entonces que tuvo el peor final posible a su presidencia: dimisión forzada y golpe de Estado. El golpe fue, de hecho, la expresión de descontento de los extremistas del régimen. De quienes consideraban a Suárez y al resto como traidores. Porque, de hecho, lo eran.
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