Nació con acromatopsia: el mundo lo ve en blanco y negro. Pero la cibernética le echó un cable (lo lleva detrás de las orejas) para poder escuchar los colores a través de un ojo electrónico. En invierno le implantarán un chip en la cabeza. Vive en Barcelona y hoy creará retratos sonoros a partir de las caras de quienes se acerquen a Es Baluard. —¿Cómo me ve ahora? —En blanco y negro, y en escala de grises. Pero te oigo en color...
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