La funcionaria de la prisión de Palma se topó con una desagradable sorpresa al acudir al aseo de mujeres. Un recluso salía de los baños mientras se abrochaba la cremallera del pantalón. La empleada receló. Sus sospechas estaban fundadas. En el interior, había otro funcionario. Tras interrogar al interno, el recluso confesó. Añade una nueva dimensión a la frase "me la pela si me metes en chirona"
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