Según un reciente estudio, las lenguas tienen un mecanismo que regula la velocidad de transferencia de información. Así, las lenguas que tienden a hablarse más lentamente suelen también ser “informacionalmente más densas”, es decir, a condensar en pocos elementos lingüísticos una gran cantidad de información, y viceversa. Existe, pues, un equilibrio entre velocidad de habla y densidad informacional, que hace que la tasa de transferencia de información de las distintas lenguas sea aproximadamente la misma.
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