Ponte en la siguiente situación: descargas o compras un juego. Juegas un par de partidas y vas viendo que hay otros jugadores que tienen un traje de colores, un arma más potente o un elemento cosmético que tú no tienes y que quieres. Vas a la tienda del juego y, curiosamente, ese elemento en particular no se puede comprar. En su lugar, hay un cofre, sobre, caja o el recipiente que fuere que puedes adquirir por dinero y que, con suerte, puede contener la carta que buscas o el arma que tanto ansías. Acabas de descubrir las loot boxes.
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