Los padres con un poder adquisitivo más bajo tienen que decir ‘no’ a diario. 'No' a unas Nike. 'No' a la Play Station. 'No' al iPhone. 'No' a la bicileta. Todos los padres sin excepción saben que si dices decenas de veces ‘No’, tarde o temprano toca soltar un ‘Sí’ o la culpabilidad paterna asoma la cabeza entre tanto lloro y súplica. Siempre es más fácil rascar un dólar o un euro del bolsillo para decir ‘Sí’ a unas Oreo que “Sí” a un viaje a Disneyland. Sería mucho más acertado el axioma “Comemos lo que somos”.
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