Cuando el Programa Mundial de Alimentos (PMA) envió esta semana la primera parte de un paquete de ayuda a Somalia, ya era demasiado tarde para Farah, el hijo de dos años de Qadija Ali. Murió en los brazos de su madre durante el viaje de 16 días que ella y sus otros ocho hijos hicieron hasta Mogadiscio desde una aldea azotada por la sequía en el distrito de Wanlaweyn, en la sureña región de Baja Shabelle. "Lo llevé todo el día muerto, y yo pensé que sólo estaba dormido. No teníamos nada para darle, ni agua ni comida por tres días".
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