La radioactividad se considera peligrosa porque es capaz de alterar significativamente la estructura y comportamiento de las cosas vivas a niveles relativamente bajos de energía total. Provoca con facilidad quemaduras, mutaciones y otros daños que pueden matar con facilidad a un ser vivo. Por ello, un nivel excesivamente elevado de estas radiaciones ionizantes se considera incompatible con la vida, aunque la suma total de irradiación recibida se encuentre en el rango del agua o cualquier otro solvente.
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