Quizá dentro de bastantes años recordemos con nostalgia el tiempo durante el que pudimos disfrutar, como lectores o colaboradores, de PÚBLICO. Si los peores augurios se cumplen, el liberalismo habrá dado su enésima estocada al propio liberalismo; el mercado de las ideas seguirá controlado por solo tres o cuatro valedores de un laissez faire que se tornará esquivo y dificultará el crédito bancario al que ose disentir en cierto grado de la doctrina oficial. Y no olvidemos que las financieras son las actuales armas de destrucción masiva.
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