O corpo as fai, a cabeziña as paga.
El cuerpo las hace, la cabeza las paga, es la socarrona frase con la que mi pater me despertaba los domingos de verano a las 9:00 para que le fuese a echar una mano con la huerta. Mi padre, desde que se jubió, es muy de su huertita, sus tomates, lechugas, patatas, berza, calabazas, tirabeques... (Dios como odiaba los tirabeques de crio, que cuando las matas empiezan a dar fruto, me pasaba comiendo vainas semanas...) Sin embargo había que ser muy cortito para no entender la dinámica que mi padre generaba en esos felices dias de verano infinito juvenil. Que si el dia anterior me habia ido a las fiestas de San Pelotazo de Villachumino Pelao, y me habia puesto de cubatas hasta las cejas y había llegado a casa con el amanecer, no me iba a dar una toña al llegar, pero a las 9 de la mañana me iba a sacar de cama y me iba a dejar los higados sachando al sol en la finca para que, igual, la próxima vez, me lo pensase dos veces antes de ingerir gustoso el octavo cubata a las 5 de la mañana. Así se las gasta mi viejo. A lo cabrón.
Es un método efectivo, os lo aseguro, pero tiene sus fallos, un servidor con 17 primaveras tenia un lomo ancho y un hígado intrépido y aún a sabiendas de lo que me esperaba a la vuelta de la esquina decías... Que cojones, luego me casco una siesta y arreglao. Y pagaba la pena tras cometer el crimen sabiendo exactamente cuales serían las consecuencias de mis actos. Obviamente mientras sudaba la gota gorda a punto de echar los higadillos con el estómago revuelto y un dolor de cabeza infernal... Pues me cagaba en todo lo cagable y decía joder, nunca mais... Pero eso... Eso es la libertad, escoger tu pecado con conocimiento de las repercusiones que tendrán tus actos y asumir las consecuencias. No es agradable. Es lo que es.
Ultimmente escuchas demasiadas veces la palabra libertad. De hecho la escuchas en un contexto de pandemia global que se ha venitlado a casi 3 millones de personas, una situación extraña. Y se utiliza en el marco del emprendimiento económico o, pa entendernos, poner cañas, que es lo que se entiende como emprendimiento económico en este país.
Yo no se si la apertura de los bares de copas fomenta el Covid, pero me parece más que razonable que a estas alturas de la película se corte el grifo por puta precaución, porque la coña no es si la incidencia crece mucho o poco, la coña es que detrás de ese número hay gente muerta y desde luego, en mi atalaya de moralidad superior de perroflauta porrero, matar gente, aunque fuese un yayo, está muy por encima de que tu bar pueda servir tercios a 6 euros a veinte gabachos semietílicos. Porque desde luego no estoy por la labor de pagar la pena de ese crimen. Y si solo fuera ese...
Tenemos un modelo productivo de chiste, de país de chinchinabo, y como tal somos percibidos fuera de nuestras fronteras, somos tierra de sol, playa, sangria y fiesta. Lo que en terminos técnicos se denominaría el burdel de Europa si hubiese un mínimo de decencia a la hora de llamar a las cosas por su nombre. Ese fue nuestro pecado noventero, usar el chorrón de pasta de los fondos Europeos en crear un ecosistema de pelotazo urbanistico y turismo de guisquicola y ahora toca pagar la pena. ¿Apostaste a servir paellas de dudosa calidad a guiris borrachos? Pos colega, fue divertido trabajar con una demanda inflexible que permitía ganar dinero con negocios de bajo valor añadido, pero ahora toca joderse. Eso es libertad.
Cada vez que escuchas hablar a alguien del cambio de modelo productivo siempre se obvia un detalle fundamental, y es que el cambio implica la destruccion del actual. Que para dejar de ser ese burdel, igual, gran parte del capital y recursos invertido en hosteleria y turismo tendría que movilizarse a otros sectores y para que eso pase, lo normal es que ese capital perciba que esos sectores dejan de ser rentables... Cuando los estrangulas... Que suena de pena y si te ofende di reajustas en tu cabeza, pero funcionar funciona igual. Porque nadie deja de cobrar cervezas de 0,60 a 6 euros hasta que percibe que igual esa no es la mejor manera de ganarse la vida. Ese estrangulamiento del sector puede ser abrupto cortando de golpe o suave a base de ayudas para el reciclaje, pero si realmente hay voluntad... Es necesario.
No soy equidistante, nunca lo he sido, tampoco he intentado esconderlo jamás, son las cosas que tiene intentar apelar a la lógica, negar esta obviedad sería insultar tu inteligencia. Tiendo al rojerío buenista, progresia, comeflorismo o como pollas quieras llamarlo. Tengo mis razones y seguramente se remontan muy atrás en mi educación, los libros que he leido, las peliculas que he visto, la musica que escucho y los sucesos que me ha tocado vivir. Pero manda putos huevos que llegados a estas alturas de la película, donde se habla de 100.000 posibles muertes solo en España algunos movimientos planteen abiertamente jugarnosla a que siga cabalgando la parca por nuestros bares de copas por cuatro perras y ese es el ariete de campaña de la rama más bocachancla de una tendencia política. Porque no, aqui lo grave no es que toda la derecha esté apoyando el cubateo pandémico, de hecho, es solo una pequeña y descerebrada parte, lo grave es que esa parte ha tomado la voz cantante y existe la posibilidad de que su mensaje se imponga a la rama más razonable.
Y digo razonable no porque como filoetarra socialcomunista islamofilo me sienta más cómodo con políticas como las de Feijoo, Bonilla o Urkullu, que para que nos entendamos me parecen una panda de sinverguenzas, si no porque aquí hay alguna comunity y cierto patriotita que no está apelando a la gestión de recursos, la ideología política o la filosofía económica, se está apelando a las ganas que tenemos todos de pegarnos un fiestón y lamer sobacos en una orgia de música, baile, frotis y excesos tras un año encerrados en casa. Porque están prometiendo que con ellos, le podrás toser sin miedo a la cara a tu abuela y esa no es la definición de libertad si no de populismo, regalarle a la gente el oido con lo que desea aún a sabiendas de que prometes cosas que no puedes conceder y obviando el precio a pagar por obtenerlas.
Porque el truqui está ahí, en prometer algo molón, algo que deseas, algo que genere jastas en twiter (ahí lo llevas RAE, te regalo esa grafía) y seguidores en instagram. Algo que venda, algo que apele no a la razón si no a un sentimiento, libertad, y en prime time, con puesta en escena y enemigos de la libertad y todo, el subiduqui que llevamos un año deseando. Un truquito muy viejo, vender la revolución cuqui y televisada.