A la hora de valorar la excelencia de nuestro comportamiento al volante, la mayoría de nosotros considera que está por encima de la media, una manifestación del efecto Lake Wobegon que resulta matemáticamente imposible. La razón para ello es que solemos ser más magnánimos con nuestros errores que con los del prójimo. Los psicólogos lo denominan «sesgo optimista», y un sketch de los Monty Python lo ridiculizaba así: «¡Todos estamos por encima de la media!».
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