Puedo imaginar a Da Vinci con una escueta sonrisa al ver el resultado del SmartBird, la gaviota robótica creada por los genios de Festo en el marco de sus proyectos de la red de aprendizaje biónico que impulsan. No sirve para que vuele un hombre en ella, pero su esqueleto y mecanismo es exquisito. Pesa menos 450 gramos, tiene una envergadura de dos metros y es capaz de despegar y aterrizar por cuenta propia. Controla su dirección tal como lo hacen los pájaros; arqueando su cuerpo, alas y cola.
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