Los atentados del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York y Washington son objeto de una indecente manipulación por parte de quienes viven de explotar la credulidad popular, de cebarla con medias verdades, tergiversaciones y mentiras para engrosar su cuenta corriente [...] Su actitud es igual de despreciable que la de George W. Bush y quienes defendieron que el Irak de Sadam Hussein disponía de armas de destrucción masiva, aunque sabían que no era así...
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