“No soy una persona religiosa, pero cuando Ayrton expiraba, sentí que su alma salía de su cuerpo”. Sid Watkins, durante veinticinco años máximo responsable médico de la Fórmula 1, vio morir a su amigo Ayrton Senna tumbado en la curva Tamburello. El día anterior, el brasileño había llorado en su hombro por la muerte del austríaco Roland Ratzenberger. Watkins le sugirió que se apartara de la Fórmula 1 y marcharan a pescar juntos a su Escocia natal como ya habían hecho en el pasado.
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