Iba a ser un macroconcierto benéfico para inyectar recursos a la investigación de tres enfermedades raras y aquello acabó en números rojos. Los cantantes dieron su voz gratis y los organizadores perdieron dinero. Allí estaba la Sociedad General de Autores y Editores en cualquier caso, lloviera o hiciera sol en la cuenta de resultados, para quedarse con su 10%.
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