Las muchachas eran recatadas, pero se masturbaban con compulsión. Los hombres se excitaban casi por cualquier cosa. Si veían un tobillo conseguían una erección de carpa de circo en sus pantaloncitos. Las patas de los muebles, desde sillones hasta pianos, eran escondidas a la mirada de la gente para que no provocaran malos pensamientos. La época victoriana asimismo fue la del boom de la pornografía y los ingleses superaron incluso a los franceses, los especímenes presuntamente más erotizados de Europa, en la impresión de revistitas y libros.
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