Los escritos sexuales, en el régimen que instauró el general Franco después de cometer un genocidio contra los españoles, eran más peligrosos que los textos de Bakunin. Estoy exagerando, pero desde luego el Estado los perseguía con la misma tozudez y perseverancia. Y muy especialmente, los prevenía con la censura de las comunicaciones públicas y el adiestramiento de la juventud en las escuelas.
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