Hace ya algún tiempo dediqué una entrada a esta aberración falocrática fruto de la inacabable soberbia y del complejo faraónico del extinto regidor municipal, Alfredo I el Micófilo. Pero éste chancro gonorreico no ha sido tragado por la tierra, ni un rayo justiciero lo ha reducido a cenizas, ni un huracán apocalíptico lo ha derribado, ni el nuevo regidor, Zoido I el Dondedijedigodigodiego y del que ya hablaremos más veces, detuvo las obras tal como pudo prometer y prometió durante su campaña electoral.
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